lunes, 28 de febrero de 2011

Áureas + Máscaras de Carlos Baldas

El jueves 3 de marzo a las 19:30 hs. en la sede del Museo Metropolitano de Buenos Aires, ubicada en Castex 3217 en el barrio de Palermo, se inaugurará la muestra  Áureas + Máscaras del escultor Carlos Baldas. La exhibición reunirá obras de su producción reciente y podrá ser visitada, hasta el martes 15 de marzo, de lunes a viernes de 14 a 20 hs. y los días sábados de 14 a 18 hs.




En sus voluptuosas y ancestrales mujeres de aparente raza negra, modeladas en gres, Baldas comenzó a desarrollar un lenguaje étnico que, poco a poco, empezó a coquetear con la abstracción. Sus simbólicas tallas en piedra, fueron transformando esos cuerpos femeninos en potentes y sensuales juegos de planos que, al estilizarse, volvieron a reinventarse en busca de su primitiva esencia monolítica y totémica.
Áureas + Máscaras nos invita hoy a observar las tallas en piedra en todo su esplendor y a seguir su evolución, integradas en obras colgantes de alto nivel expresivo. 


Liberto 2011
Aurea Petra 2010

Acerca de Carlos Baldas:
Nació en Buenos Aires, Argentina, el 14 de julio de 1963 y es arquitecto de profesión. Estimulado desde su infancia por el arte gráfico y musical, hace más de una década expresa esta pasión a través del modelado en gres y el tallado en piedra. Ha realizado muestras en Argentina y en Estados Unidos. “Carlos Diego Baldas, expresa lo uno y lo idéntico en medio de la diferencia, así deja al arte en su evidencia cautiva: la creación” (Dieguez Nieto, filósofo y escritor).




Acerca del Museo Metropolitano:
En el corazón de Palermo Chico se encuentra el Palacio Anchorena, un edificio construido en el año 1928 que hoy alberga al Museo Metropolitano de la Ciudad de Buenos Aires.
En sus amplios salones de la planta baja se realizan importantes muestras de pintura, escultura y fotografía como así también conferencias, conciertos y presentaciones de libros entre otros eventos sociales y culturales. 





Del 3 al 15 de marzo

Castex 3217. Entrada libre y gratuita
Lunes a viernes de 14 a 20 hs. Sábados de 14 a 18 hs.



domingo, 27 de febrero de 2011

Caminar sobre el Arco Iris en plena ciudad de Buenos Aires

En el marco del proyecto Of Bridges & Borders, curado por Sigismond de Vajay, el dúo de artistas suizos L/B (Sabina Lang y Daniel Baumann) presenta Beautiful Bridge # 1, su primera intervención urbana en Buenos Aires: un "arcoíris permanente" en la parte inferior del puente peatonal de la avenida Figueroa Alcorta, frente a la Facultad de Derecho, en diálogo con el espacio y el contexto. Diez personas, durante diez noches, pintaron con siete colores un conjunto de líneas que siguen la ergonomía de la construcción y logran unirse en su centro. Dinamismo, armonía, bienestar y readaptación del espacio: la obra ya se inscribe en el programa de "belleza y perfección" que vertebra la producción de L/B ("beautiful" y "perfect", términos esenciales de sus propuestas).
El trabajo artístico, que fue inaugurado el viernes 25 de febrero ya comenzó a despertar reacciones entre transeúntes y automovilistas. Rodeado por el gris imperturbable del edificio y las escalinatas de la Facultad, el cruce ya es, para muchos, "el del puente lindo", apunta Sigismond de Vajay. Este desarrollo site-specific busca sugerir, interrumpir y representar los mecanismos de desplazamiento. Una mirada sobre el tránsito en el centro del tránsito. Con Beautiful Bridge # 1, Buenos Aires suma una intervención pública de nivel internacional.
La obra es un desarrollo de Kültur Büro Buenos Aires, la productora de proyectos culturales que desde 2010 dinamiza la gestación de obras, en consonancia con su filial barcelonesa y la Association Toit du Monde de Suiza. 

Texto y fotos: Cortesía Prensa Fundación Proa






Se puede disfrutar los 365 días del año, durante las 24 horas a pie, dándose el gusto de caminar por sobre el Arco Iris, o desde el auto en la Avenida Figueroa Alcorta y Pueyrredón.

martes, 22 de febrero de 2011

Arte y Provocación

Esta retrospectiva de Miguel de Molina reúne más de un centenar de piezas originales del artista, entre vestuario, archivo gráfico, carteles de teatro y de cine. La muestra, que se inaugura el próximo 24 de febrero en el Centro Cultural Recoleta es también un homenaje, ya que incluye el mensaje de respeto y admiración de importantes personalidades.
Luego de su paso por Madrid y Málaga, la Fundación Miguel de Molina presenta por primera vez en Argentina esta exhibición del artista español consagrado como el Rey de la Copla. “Arte y Provocación” refleja un recorrido por los momentos más importantes de su vida artística y social, reuniendo más de un centenar de piezas originales de uno de los más grandes intérpretes de la canción española. Fue un artista multidisciplinar y un gran creador, diseñador de su propio vestuario y de las escenografías de los teatros donde actuó. La muestra se presentó por primera vez en Madrid, en conmemoración del centenario de nacimiento, despertando una gran expectativa por parte del público que se acercó para revivir su vida y dejarse seducir por el artista más notable de su tiempo.



“Arte y provocación” recorre cronológicamente la vida del artista y en ella se puede admirar su vestuario, conformado por las emblemáticas y transgresoras blusas, que él mismo diseñaba y confeccionaba,  las cuales se han transformado en la esencia de toda la exposición. El espectador se sorprenderá por la creatividad y el particular concepto de la estética de Molina, que hicieron de sus espectáculos una mezcla explosiva de vanguardia, frescura y provocación. El objetivo primordial de “Arte y provocación” es dar a conocer, a todos aquellos amantes de la copla y del arte en general, toda la vida y obra de un hombre adelantado a su época, y acercar al público el rico patrimonio de un artista incomparable. “Para nosotros es una enorme ilusión regresar a Buenos Aires con este maravilloso legado, para que sean fieles testigos de toda la creatividad e imaginación de un personaje adelantado a su época, que supo hacer vibrar a tantas y tantas generaciones y que encontró, justamente en esta ciudad, su tan ansiada libertad”, explica Alejandro Salade, Director de la Fundación de Miguel de Molina. 





Sin olvidar seguramente la profunda relación que estableció con Eva Perón, su principal difusora y protectora en el exilio obligado que el artista vivió en Buenos Aires, huyendo de las garras del franquismo. La llegada de esta muestra es, además, temporalmente acertada, ya que todavía resuena el éxito que tuvieron el año pasado las excelentes funciones de Tatuaje, esa joyita que estrenó Alfredo Arias y que proponía un encuentro en el más allá entre Miguel de Molina y su protectora primera dama argentina. 

Texto: Andrea Castro. 




Salas 4, 5 y 6. Centro Cultural Recoleta: Junín 1930
Jueves 24 de febrero al domingo 27 de marzo de 2011
Entrada libre y gratuita

miércoles, 16 de febrero de 2011

Grete Stern: Los sueños 1948 – 1951 vuelve al Malba

Del 28 de febrero al 25 de abril, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, vuelve a exponer los magníficos fotomontajes de esta genial fotógrafa germano-argentina.
Luego de exhibirla por primera vez en marzo de 2010, Malba vuelve a presentar esta muestra, integrada por la colección completa de 46 fotomontajes vintage de la serie Sueños que Grete Stern (1904-1999) publicó entre 1948 y 1951 en la página “El psicoanálisis le ayudará” de la revista Idilio (Editorial Abril). Las piezas que se exhiben, producción clave de la vanguardia fotográfica en la Argentina, integran la colección privada de Eduardo F. Costantini y constituyen uno de los cinco juegos firmados por la artista que existen en el mundo.

Amor sin ilusión 1951
  
Las imágenes surgían del análisis de los sueños que las propias lectoras enviaban a la redacción de Idilio. Estos eran interpretados por el sociólogo Gino Germani -director de la publicación-, que firmaba sus notas con el seudónimo de Richard Rest. La colaboración de Grete duró alrededor de tres años y se publicaron cerca de 150 trabajos. Durante el primer año, Stern hizo una retoma de casi todos los fotomontajes antes de entregarlos, como luego abandonó esa rutina, hoy sólo se conservan 46 negativos. “La serie de fotomontajes para Idilio fue la primera obra fotográfica –y la más importante hasta hoy- radicalmente crítica de la opresión y manipulación que sufría la mujer en la sociedad argentina de la época, y de la humillante consecuencia del sometimiento consentido”, afirma Luis Priamo en el catálogo de la exposición Grete Stern, Obra fotográfica en la Argentina, Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires, 1995. 


En el andén (Sueño Nº:2) 1949
 En palabras de Priamo: “La mujer de los sueños de Grete es un ser angustiado y oprimido. Sus placeres son patéticos, igual que sus frustraciones; y cuando se la ve activa y dominante, es tan cruel como el mundo que la agobia. Sus ambiciones reflejan las utopías de melodramas y radionovelas: éxito social, riqueza, guantes largos y lamé (…) La mirada zumbona y sarcástica de Grete no se detiene en la compasión por la víctima, sino que avanza también sobre los resultados alienantes de su resignación. Que estos trabajos fueran presentados para una de las revistas del corazón que se editaban en el país, les agregaba una nota de humor e ironía adicional”. Los protagonistas de las fotos eran sus amigos, familiares y vecinos, y las imágenes complementarias –paisajes, fondos, objetos, personajes secundarios- fueron tomadas de su propio archivo. “Como debía entregar un fotomontaje por semana, el trabajo era intenso. Esta exigencia le dejaba poco tiempo para corregir o retocar las piezas, y explica que ella modificara por lo menos cuatro fotomontajes después de publicados”, relata Priamo. En consecuencia, hoy existen dos versiones de cada uno de esos sueños: el de Idilio y el del archivo de la autora. A pesar de publicarse semanalmente durante casi tres años, los fotomontajes fueron completamente ignorados, en gran parte por el desprestigio intelectual de este tipo de revistas. 

Botella del mar (Sueño Nº: 5) 1950

Artículos eléctricos para el hogar 1950

La serie se presentó por primera vez en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Plata, a mediados de los años 50. La primera muestra en Buenos Aires se realizó en 1967, en colaboración con la poeta Elva de Lóizaga. En 1982, fueron exhibidos en la gran muestra de FotoFest, de Houston, Estados Unidos. A partir de entonces, el prestigio de la serie creció rápidamente y fue objeto de numerosas exposiciones. Actualmente, la serie Sueños es reconocida en su original y verdadera dimensión.


Malba – Fundación Costantini: Avda. Figueroa Alcorta 3415
Del 28/2 al 25/4 en la Sala 3 (1º piso).
De jueves a lunes y feriados de 12:00 a 20:00.
Miércoles hasta las 21:00. Martes cerrado.
Entrada general: $22, miércoles $10

domingo, 13 de febrero de 2011

Las diosas de María

El taller de  la escultora María Boneo está ubicado en el barrio de Palermo, es luminoso y ordenado.  Cuando llego, María me recibe con una sonrisa y me invita a recorrer sus espacios, los mismos  que  utiliza para dar vida a sus obras. Lo primero que veo es un patio interno repleto de grandes cajas de madera, de esas que viajan en barco o en avión, y gigantescos trozos de mármol que todavía esconden formas en su interior. El ambiente contiguo  está cubierto por un manto de polvillo blanco y exhibe una obra en proceso, rodeada por  amoladoras, discos de corte, cinceles y martillos neumáticos. De entrada, María rompe el hechizo, dejando bien en claro que este es un trabajo que requiere del apoyo de maquinaria pesada y de fuerte musculatura humana. Mientras la imagen bucólica de una solitaria Lola Mora luchando contra toneladas de mármol, se hace añicos en mi cabeza, María me cuenta que ya en el siglo XIX  los escultores contaban con varios ayudantes: “en la actualidad se conforman equipos de trabajo, sin los cuales sería imposible llevar a cabo las obras. Se trabaja con pasadores que, por ejemplo, pasan el boceto a punto; fundiciones, que manejan los trabajos realizados en metal; y artistas colaboradores que se encuentran debidamente asegurados. Uno no puede estar solo cuando trabaja una pesadísima pieza de mármol o maneja herramientas de riesgo, siempre debe haber alguien que pueda auxiliarlo”. 




Vistas del taller

Gran parte de mi charla con María se desarrolla en otra de las habitaciones, que luce repleta de bocetos y herramientas: “si yo paso por una ferretería me meto sí o sí  a ver que hay, prefiero una ferretería a un local de lencería; debe ser porque mi abuelo tenía una y yo conviví con sus productos desde chiquita”, me comenta risueña y continúa, “todo lo que ves acá se utiliza para el trabajo a mano, que todavía sigue siendo mucho, tanto en golpes como en el lijado. Te doy un  ejemplo: lijar una obra con esponjas abrasivas lleva el doble de tiempo que hacerla”. Además de un abuelo ferretero, María tiene un “tataraalgo” (sic) que también fue artista plástico (se pueden ver obras de Martín León Boneo en el Museo Nacional de Bellas Artes y en el Histórico Nacional) y una padre diplomático que, al igual que su mamá, también fue escritor. 


María trabajando


Boneo comenzó con la escultura a los 15 años pero talla desde hace 10, gracias a su maestra Beatriz Soto García (a quien adora y con la cual continúa trabajando) y a un curso intensivo de dos meses que tomó, nada más y nada menos,  que en Carrara, Italia. Aunque también trabaja la madera y el alabastro, el mármol es su gran amor: “es un material muy místico e inalcanzable en todo sentido, aunque aguanta bien el trabajo con máquinas también es muy frágil, un mal golpe puede partir y arruinar definitivamente una pieza. Yo empecé a formarme en talla, como todos los escultores, con el alabastro, que es de la familia del mármol pero mucho más poroso, arenoso y blando, y se trabaja a mano o con máquinas muy suaves. De allí pasé al mármol, en general uso carrara, rosa de Portugal, gris bardiglio y negro belga,  y a la madera”. Leo Vinci y Jorge Gamarra la introdujeron en la talla en madera, material al cual define como “ameno, más cálido y menos caprichoso que el mármol”  y que talla en forma directa, sin seguir la veta y, por ahora, sin terminaciones que cambien su condición natural: “hoy trabajo con materiales nobles y en estado puro”.


Mármoles en el taller - Arje (mármol de Carrara)


Terpsicore (mármol negro belga)


Cibeles - Del Revés (talla en madera)

El trabajar con  palo de rosa o con el perfumado palo santo le resulta  muy gratificante, a pesar de que una astilla la obligó a someterse a una cirugía en uno de sus ojos y un “bichito” (sic), que vive en el interior de los troncos, se instaló en su sangre y le recuerda su presencia, desencadenando una fuerte alergia cada tanto.  Son gajes del oficio que suelen ocurrir a pesar de todas las precauciones que toma María cuando trabaja: “cuando tallo quedo cubierta de polvo de pies a cabeza, por eso en las fotos me vas a ver con antiparras, barbijo, orejeras y con el pelo y el cuerpo enteramente cubiertos”. Una vez más la imagen de la artista ataviada con un delantal  y una simpática boina, cincel en mano,  se desmorona en mi cerebro en el mismo instante en que miró las manos de María y pienso que lucen impecables y poderosas a su vez. Inmediatamente me doy cuenta que me estoy olvidando del modelado, otra técnica que utilizan los escultores, y le pregunto sobre él. “A veces modelo en arcilla para luego pasar a yeso  y, si me gusta mucho el resultado, mandar a fundir la obra. Pero, para serte sincera me aburre y me cansa, la talla es mucho más pasional. En general el modelado lo uso para bocetar, cosa que a veces hago directamente en yeso, porque me ayuda con esa búsqueda de lo femenino, lo sensual, lo cóncavo y lo convexo que se desarrolla actualmente en mi obra. La etapa de la talla directa sobre la piedra para ver que sale ya la pasé, es una técnica muy espontánea y creativa pero mi filosofía de trabajo pasa por otro lado”.  Justamente en la filosofía, en la mitología clásica y en ese añorado  pasado  ancestral  en el cual las mujeres fueron líderes de sociedades matriarcales y diosas con vos y voto, se esconde  toda la potencia significativa de las bellas figuras femeninas que María insiste en parir artísticamente una y otra vez. “Hoy, lo masculino está en la fuerza de las herramientas que utilizo, hoy mi obra y sus detalles son  enteramente femeninos. La mujer es más sensual, si tuviera que fraccionar una figura masculina no rescataría mucho, el hombre es muy obvio”, me comenta entre risas. 


En silencio adelante - Caliope - Volupta (bronce)
 
En el imaginario creativo de María se funde y se entremezcla  el clasicismo greco-romano con la vanguardia de grandes como Umberto Boccioni, Alexander Archipenko, Henry Moore y Eduardo Chillida, para generar una obra que conjuga  en un resultado perfecto lo figurativo con lo abstracto. Un lunes Beatriz Soto García le dijo en el taller que debía tratar de unir a sus mujeres, porque todas le pertenecían. Así fue como nacieron las series “Vestales” y “Corpus” y el formato pequeño e intimista se comenzó a enfrentar con el monumental y público: “si bien no hay actualmente un conflicto en mi obra, si hay una crisis placentera y necesaria para que pueda cambiar de etapa. Estoy empezando a pensar a mis mujeres unidas y en versión más grande”.  



Corpus (bronce)
Corpus (márnol)

El 2010 fue un buen año para María, además de la muestra  que le dedicó el Museo Nacional de Arte Decorativo, donde exhibió 42 obras, expuso en Mónaco, en Londres y en París, y vendió varias piezas. “No es fácil vender una escultura por el  espacio que ocupa, un cuadro es más sencillo, se cuelga y listo. Uno debe pensar también, al momento de la cotización, de qué manera va a envejecer su obra en el tiempo, si va a perdurar conceptualmente. No es lo mismo que tu obra sea vieja a que sea antigua, hoy Raúl Soldi y Antonio Berni envejecen de una manera diferente en el mercado del arte”.  El 2011 llegará a la vida de esta extraordinaria mujer con planes para participar de arteBA y de la Feria de San Pablo, y  para cumplir un sueño pendiente: llevar a sus diosas al Museo de Bellas Artes de Beijín en China. 


Vista del taller


Para saber más: www.mariaboneo.com.ar

Entrevista: Andrea Castro
Fotos: Cortesía  María Boneo – Andrea Castro

Las estrellas nunca mueren

Eusebio Poncela y Humberto Tortonese protagonizan la obra cuyo nombre da título a esta nota y que, secreto a voces, está basada en la famosa película del año 1962 ¿Qué pasó con Baby Jane? Las similitudes entre las hermanas del Río y las Jane son bastantes salvo por un pequeño detalle: tanto Flor como Elvira del Río se corporizan en escena gracias a la actuación de dos hombres. Ambas están en franca decadencia y conviven encerradas en una oscura y decrépita casa que se diferencia bastante de la mansión en la que Bette Davis y Joan Crawford actuaron su  similar pesadilla hace casi 50 años. Elvira del Río, histriónicamente interpretada por Tortonese, habiendo conocido la fama como niña prodigio hasta que  su carrera terminó a los 12 años, empezó a vivir a la sombra de su hermana, para terminar en la actualidad borracha y enloquecida. Flor, magníficamente encarnada por Poncela, luego de triunfar en España, convertirse en una de las actrices de mayor éxito también en América y sufrir un misterioso accidente que la deja inválida, vive el hoy nostálgicamente aferrada a su pasado y padeciendo las torturas de su hermana.  




La presencia escénica de Poncela es tal que, a pesar de estar inmovilizado de la cintura para abajo, se vale de una y mil sutilezas para trasmitir toda su soledad y su tormento con un gesto, una mirada o, simplemente, con el silencio. En su Flor es imposible encontrar rastros de Joan Crawford o de su esencia masculina; su femineidad es tal que, extrañamente, trae a la memoria a otra mujer que padece su irreparable decadencia: la sufriente Lola que interpretó Marisa Paredes en El Coronel no tiene quien le escriba. El esfuerzo de Tortonese es valorable pero su histrionismo lo pierde, para interpretar a un loco no alcanza con poner cara de loco y gritar, quedando a solo un paso de la sobreactuación. Es respetable su apuesta y entendible su necesidad de desencasillarse, pero todavía le falta mucho camino por recorrer.
Culpa, locura, dependencia, desamor, odio patológico, idealización del pasado y muerte, parecen ser los ingredientes ideales para recrear esta historia tenebrosa, oscura y, en cierta medida, cotidiana en algunas familias. Pero, Las estrellas nunca mueren, se queda a mitad de camino y peca por falta de contundencia. El agregado de  varias situaciones y frases que incorporan la comicidad, terminan desdibujando peligrosamente el género de la obra, quitándole crueldad. Esperando la ironía y el remate, uno se olvida de lo terrible de la trama y algunas situaciones comienzan a tener un dejo de  incredulidad. Si bien es acertada la incorporación de cuestiones contemporáneas como la crítica a la televisión (“las estrellas nunca mueren, lástima que sea a través de ese aparato de mierda”, se lamenta Flor) y la homosexualidad (en la relación que Flor mantiene con su cuidadora Ramona), la fuerza del relato se pierde en un intento que, si llegara a ser del todo bizarro, ganaría la partida apoyado en la estética kitsch que domina la puesta. El reducido escenario de la sala Neruda cobra amplitud gracias a un ingenioso recurso: la utilización de una enorme pantalla de proyección que funciona como divisor de ambientes y organizador del movimiento escénico; y sobre la cual se proyectan viejos films, la textura del empapelado de las habitaciones, el oleaje de un amplio mar y la sombra de los propios actores, en las breves escenas que escapan a la vista directa del público. Las estrellas nunca mueren pero a veces titilan demasiado.   

Texto: Andrea Castro. 




Sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza: Corrientes  1660
Jueves a las 20.45, Viernes a las 21.30, Sábado a las 20 y 22 y Domingo a las 20.

lunes, 7 de febrero de 2011

El discurso del rey y la belleza del lenguaje

La superación personal, las relaciones humanas, la irreverencia, el arduo camino del autoconocimiento, la aceptación y el cumplimiento del deber y las diversas formas de comunicación son, entre muchos otros, algunos de los temas que de manera magistral Tom Hooper desarrolla en The King’s Speech. A pesar de que su trama está basada en una historia verídica, el mencionado Hooper logra narrarla de una manera universal, haciendo hincapié en la relación de gratitud y amistad que se establece entre dos hombres de pasados, presentes y futuros completamente diferentes. La complejidad de nuestra condición humana que, a la corta o a la larga, siempre nos iguala a todos, logrará que un actor frustrado, australiano y pobre, pueda darle al rey de Inglaterra su propia voz y autoridad. 




El relato circular que traza Hooper comienza con un discurso prácticamente no pronunciado por el Duque de York (en una interpretación memorable de Colin Firth), hijo del entonces rey Jorge V; segundo en la sucesión al trono; marido de quien será conocida como la Reina Madre;  padre de la futura reina de Inglaterra y tartamudo desde su más tierna infancia.
Torturado por un mal que puede ser devastador en una figura pública y hastiado de los médicos reales que, con tal de curarlo, recurren a métodos estúpidos e irracionales, Bertie accede a regañadientes a tratarse con un especialista poco conocido que le recomiendan a su esposa Elizabeth, interpretada muy convincentemente por Helena Bonham Carter. Lionel Logue (en la piel del gran Geoffrey Rush) llega a la perturbada vida del duque con toda su irreverencia, frescura y naturalidad, negándose a llamarlo Su Majestad y provocando su ira, su reconocimiento y, finalmente, su inmensa gratitud.  Casi como un psicólogo Logue desestabiliza permanentemente al noble para poder romper esa muralla que oculta el autoritarismo de su padre, las burlas de su hermano (el rey Eduardo VIII que abdicará por amor a una plebeya), las maldades de su niñera y el peso de formar parte de una familia real. Con frases como: “aquí es mejor que seamos iguales”, “mi castillo, mis reglas”; llamándolo insistentemente por su nombre de pila; desatando su ira, poniéndolo a cantar, y hasta obligándolo a decir toda clase de obscenidades, Lionel logra que Bertie comience a abrirse y pueda entonar y articular las palabras sin un atisbo de duda o tartamudeo. El sabe que el problema de su ilustre paciente no es mecánico y trata por todos los medios de distraer a su cerebro: el momento en el que Bertie debe leer el célebre monólogo de Hamlet, que justamente comienza con la frase “ser o no ser”, mientras escucha a todo volumen a Mozart y es grabado por Lionel será clave. 





En un film que reflexiona sobre la comunicación y  el valor del lenguaje, Hooper no se vale solamente del cinematográfico para dar vida a su obra, ya que también incluye otras formas de lenguaje y comunicación como lo son la literatura y la música. No es casual que las palabras de Shakespeare se cuelen en algunas escenas y tampoco que Mozart y Beethoven, dos de los artistas más expresivos de la historia de la música aporten sus “palabras” en los momentos más importantes del relato visual. El discurso del rey es una película construida en base a  simbolismos y detalles que asoman en las imágenes, que comienzan brumosas y azuladas, para terminar llenas de luz; en las palabras, “ahora somos actores” le dice Jorge V a su hijo; en la escenografía, las paredes de la casa de Logue ya no lucen descascaradas hacia el final de la película; y hasta en el casting: Anthony Andrews, que aquí personifica al Primer Ministro Stanley Baldwin, interpretó en 1988 a Eduardo VIII en el film The woman he loved.
El circulo se cerrará finalmente con otro discurso, el primero que Bertie deberá dar siendo Jorge VI a un pueblo que, a punto de mandar a sus hombres a la guerra, necesita con desesperación que alguien los guíe y los proteja. Las palabras del Rey irán surgiendo de 
apoco y suavemente, al igual que los sonidos del segundo movimiento de la 7ª Sinfonía de Beethoven,  la última combinación magistral que planteará Hooper. Ambos irán incrementando su sonoridad, su potencia y su belleza hasta que, por fin, el músico sordo y el rey tartamudo logren comunicarse y estremecer a sus oyentes con toda su grandeza.
Logue seguirá por siempre asistiendo a su rey, pero de ahora en más comenzará a llamarlo Su Majestad. 



 

Texto: Andrea Castro.